El Gobierno acaba de habilitar un laboratorio de máxima bioseguridad para defenderse de patógenos muy peligrosos.
El objetivo es anticipar y contener enfermedades existentes o nuevas capaces de provocar una nueva emergencia sanitaria.
Las hipótesis de conflicto sanitario son cada vez más consistentes, por lo que más países se preparan para enfrentar una posible amenaza biológica de alto riesgo. Apenas concluida la pandemia de Covid, los expertos y un inesperado gurú encarnado en Bill Gates ya especulaban sobre cuándo sucedería la siguiente emergencia.
Entre las dos últimas (teniendo en cuenta la de Gripe A) hubo un lapso de diez años. Si ésa lógica temporal fuera la brújula a seguir, el mundo estaría ahora a mitad de camino de encontrarse con lo desconocido.
Nadie sabe a ciencia cierta cuándo esa realidad golpeará nuevamente la puerta. Como sea, el ínterin es la oportunidad de los países y sus gobiernos de tomar los mayores recaudos posibles para estar en guardia contra la próxima “distopía”. Argentina acaba de dar un paso clave en ese sentido.
Se trata de un laboratorio de máxima bioseguridad, la más alta en las categorías que clasifican este tipo de tecnología al servicio de la ciencia y la salud. Fue presentado como un hito a nivel regional, en función de su potencial utilidad en un marco de creciente incertidumbre epidemiológica.
Pusieron como ejemplos el Ébola, el Marburgo, el hantavirus y fiebres hemorrágicas, entre los virus y patógenos ya conocidos, a los que eventualmente habrá que sumar el desafío que presenten las enfermedades emergentes o nuevas, como lo fue el Covid en su momento.
Denominado técnicamente Laboratorio de Bioseguridad Nivel 4 (BSL-4), ubicado en la Unidad Operativa Centro de Contención Biológica de la ANLIS Malbrán, “permitirá realizar una caracterización rápida de los agentes infecciosos, facilitar el monitoreo de nuevas variantes e investigar reservorios animales para prevenir posibles saltos interespecies”.
Las nuevas instalaciones permitirán trabajar con patógenos que requieren cuidados extremos.Las nuevas instalaciones permitirán trabajar con patógenos que requieren cuidados extremos.
DETALLES DEL «BÚNKER»
El nuevo “búnker” del Malbrán exigió un desarrollo técnico de máxima seguridad, que es lo que permite poder trabajar con este tipo de patógenos extremadamente peligrosos en un contexto acorde. Eso incluyó la colocación de sistemas de aire con presión negativa, filtros de alta eficiencia (HEPA) y válvulas herméticas que detectan fallos y que aíslan al laboratorio en caso de accidentes o fugas.
A esto se suma un sistema de autoclave de frontera que elimina bacterias, virus y esporas para asegurar la máxima higiene y esterilidad en las investigaciones; la implementación del Building Management System, que recopila y procesa los datos de todos los sensores y equipos del laboratorio para lograr un control total y eficiente del edificio; y compresores y tanques de aire respirable redundantes para asegurar el suministro constante a los trajes presurizados que deben utilizar los profesionales que ingresen al laboratorio, personal que fue capacitado para esta tarea por expertos de Estados Unidos.