Un día después de la operación policial más sangrienta en la historia de Brasil, Río de Janeiro continúa contando sus muertos y sumida en el dolor.
La cabeza, teñida de rojo, fue hallada separada del cuerpo en una zona boscosa cercana a una favela, casi 24 horas después del operativo.
“Degollaron a mi hijo, le cortaron el cuello y colgaron la cabeza en un árbol como un trofeo”, relató entre lágrimas Raquel Tomas, madre de Iago Ravel, de 19 años, a la agencia AFP. “Lo ejecutaron sin derecho a defensa. Fue asesinado”, añadió con la voz quebrada por la tristeza y la indignación.
El martes, al menos 119 personas murieron, entre ellas 115 presuntos delincuentes y cuatro policías, durante un megaoperativo contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Río.
El gobernador Cláudio Castro afirmó que los fallecidos eran “criminales” y que cualquier error cometido durante la acción sería “residual”.
Mientras esperaba junto al padre del joven y otros familiares en la morgue para reconocer el cuerpo, Raquel contó que pasó la noche entera recorriendo hospitales y comisarías en busca de su hijo. Finalmente, lo encontró entre decenas de cadáveres alineados en una plaza del complejo de favelas de Penha.
“Tenía solo 19 años, era un chico de buena familia… y no tuvo derecho a una segunda oportunidad”, lamentó.
El padre, Alex Rosado da Costa, también acusa a miembros del BOPE (unidad de élite de la policía) de haber ejecutado a su hijo:
“Le arrancaron la cabeza. No tiene heridas de bala en el cuerpo”, denunció.
Una periodista de la AFP confirmó haber visto el cuerpo decapitado.
“No fue solo con mi hijo, fue una masacre”, resumió Raquel, describiendo la escena como puro “terror”.
Afuera de la morgue, Ana Beatriz Adorno, de 24 años, buscaba desesperadamente a su esposo de 29.
“No sabemos dónde está. No hay cuerpo, no hay información, no hay nada”, contó, acompañada por otras dos mujeres que también buscaban a sus parejas.
El martes, las barriadas de Penha y Alemão fueron escenario de intensos enfrentamientos entre 2.500 policías fuertemente armados y presuntos miembros del Comando Vermelho. Los sospechosos utilizaron drones con explosivos y levantaron barricadas.
Periodistas y fotógrafos que cubrían la operación debieron resguardarse en varias ocasiones ante el fuego cruzado.
Más tarde, se difundió una imagen impactante: una fila de casi treinta hombres arrestados, sin camisa ni calzado, con la cabeza gacha y las manos detrás de la espalda.
Observadores señalan que esta operación superó en brutalidad a otras anteriores. Aun así, el gobernador Castro, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, la calificó como “un éxito” en la lucha contra los “narcoterroristas”.
Diversas ONG denunciaron la violencia del operativo, mientras que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó su “horror” y exigió una investigación urgente e independiente.









