Néstor Bosetti arrancó el día con una mirada filosa sobre la realidad económica de La Rioja. En un extenso posteo en su red de instagram, el exvicegobernador desmenuzó lo que definió como “desafíos y desilusiones” del presente provincial, marcando distancia tanto del Gobierno nacional como del provincial.
Según Bosetti, la incertidumbre se volvió norma en el día a día de los riojanos. Pese a los discursos oficiales sobre una inflación controlada y una economía en recuperación, la realidad —dice— se siente muy distinta en la calle. Combustibles, materias primas y costos de producción en alza pintan un panorama adverso para las empresas locales, mientras el único sector que parece salir ileso es el bancario.
“Los bancos son los únicos que no reportan pérdidas”, apunta Bosetti, subrayando que pymes y ciudadanos se ven obligados a moverse en un circuito financiero sin salida.
Pero su crítica más directa fue hacia adentro: el Centro Comercial e Industrial de La Rioja tampoco se salvó. Cuestionó la falta de representación y acompañamiento a los empresarios, especialmente tras la judicialización de las tasas municipales, donde cada comerciante tuvo que arreglárselas por su cuenta.
“La falta de respaldo ha generado desconfianza y una sensación de abandono”, lamentó, al tiempo que remarcó la caída en el número de socios —por debajo de 300— como un síntoma de pérdida de relevancia.
Con tono de advertencia, Bosetti cerró su reflexión reclamando una dirigencia empresarial más fuerte, capaz de plantarse ante los desafíos actuales y ofrecer soluciones concretas.
En definitiva, Néstor Bosetti se despertó con el dedo en el renglón: cuestionó la gestión económica, la falta de políticas efectivas y la pasividad de las instituciones que deberían defender a los trabajadores y empresarios riojanos.
