La muerte de José Mujica fue anunciada por el presidente uruguayo Yamandú Orsi. “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”.
El ex mandatario uruguayo falleció a los 89 años, enfermo de cáncer. Luchó contra el sistema político, estuvo preso 14 años pero se adaptó a las reglas del sistema democrático y se convirtió en su figura más popular.
En abril de 2024 Mujica llamó de forma sorpresiva a una conferencia de prensa para anunciar él mismo que tenía cáncer de esófago. Después de eso vinieron 32 sesiones de radioterapia, la desaparición de los indicios del tumor y una dolorosa recuperación con varias internaciones por los problemas para alimentarse.
Pero luego llegó la noticia que sonó como definitiva. Otra vez él mismo, en enero de 2025 y en este caso en una entrevista, informó que su cáncer había hecho metástasis y dejó un mensaje de despedida a la población. “Hasta acá llegué”, dijo, y pidió que lo dejaran tranquilo, que no le solicitaran más entrevistas, que le dejaran atravesar la etapa final de su vida en su chacra, andando en tractor y recorriendo sus plantaciones.
Ese pedido no se cumpliría. Debilitado, Mujica seguiría siendo parte de la vida política de Uruguay y en su chacra recibiría a presidentes, ex mandatarios, periodistas y artistas. También tendría tiempo para salir de su casa a actos militantes y para la asunción del nuevo Parlamento y el nuevo presidente de Uruguay.
En esa entrevista, Mujica comentó que su vida fue “un poco una novela”, en la que la presidencia fue “una pavada”. Es que su historia es la de un viejo guerrillero, el héroe para miles y el villano de otros tantos, que se integró a la política formal y llegó al máximo cargo al que puede aspirar un dirigente.
Su último deseo fue que sus restos se entierren en su chacra, donde también descansa uno de sus amores que también lo hizo distintivo: su perra de tres patas, Manuela.
José Mujica fue preso por primera vez en 1964 por robar el depósito de una fábrica de Montevideo. Lo hizo porque era tupa –un integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, el principal grupo armado de Uruguay en la década de los 60– y había que juntar dinero para la organización. Estuvo en la cárcel más de ocho meses por hurto.
La segunda vez cayó en 1970 y 1972, cuando fue detenido por ser tupamaro y luego logró escaparse. En el 70 lo encontraron en un bar de Montevideo y Mujica amenazó con resistirse. Pero le dieron seis balazos que lo llevaron a estar cerca de la muerte. Otra vez escapó y otra vez volvió a caer.
Su caída definitiva fue en agosto de 1972 y no saldría hasta marzo de 1985. Estuvo en la cárcel durante toda la dictadura militar del país, que se inició en 1973 y finalizó en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la Presidencia del país. En esa oportunidad fue catalogado como uno de los ocho jefes de los guerrilleros.
Estuvo preso en un lugar sin ventilación ni colchones. Y se volvió loco: empezó a hablar con las hormigas, a tener delirios y terminó internado en el Hospital Militar. “A principios de los 80 me llevaron al Hospital Militar.
Con el colorado Julio María Sanguinetti en la Presidencia, Mujica comenzó a militar en la reconstrucción del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Su figura creció y con sus reflexiones cautivó a los jóvenes que se acercaban al espacio. El dirigente hablaba de la importancia del perdón, de superar al pasado y de tener apertura a distintas ideologías.
Mujica llegó al Parlamento por primera vez en 1995 en una pequeña moto Yamaha, vestido con vaqueros y camisa de jean, y la estacionó delante de los autos. Así comenzó el mito. En las elecciones de 1999 –en las que Jorge Batlle fue electo presidente–, su sector político, el Movimiento de Participación Popular (MPP) fue el más votado, algo que se repetiría en las siguientes cinco elecciones.
Durante 2005, durante el primer gobierno del Frente Amplio, Mujica fue ministro de Ganadería de Tabaré Vázquez y, de a poco, comenzó a asomar su candidatura a la Presidencia para el 2009, un cargo al que –al menos decía– no se imaginaba llegar.
En 2005, Mujica descartaba por completo esa posibilidad y lo hacía con varias excusas. Que estaba viejo, que tenía dificultades para ser un “buen administrador”, que no era “masón ni universitario”, que era “sapo de otro pozo”. “Esa verga no es para mí”, le dijo a los periodistas en ese entonces. Pero mientras él descartaba la posibilidad, su candidatura maduraba. ¿Era una estrategia? Mujica corrió por afuera la carrera presidencial hasta que confirmó que sería candidato. Le ganó la interna a Danilo Astori –el ministro de Economía de Tabaré Vázquez y un sinónimo de tranquilidad para los mercados.
La llegada de Mujica a la Presidencia fue de muchas promesas, algunas disparatadas y que nunca se concretarían, como la intención de dividir Uruguay en seis regiones y no en 19 departamentos. Pero también fue un gobierno de algunos cambios estructurales.
En su primer discurso como presidente ante el Parlamento, Mujica prometió “educación, educación y, una vez más, educación”. En su mandato no logró una buena sacudida, pero logró jerarquizar la educación destinada a transmitir oficios y creó la Universidad Tecnológica.
Durante su mandato también se concretó el cambio de la matriz eléctrica (con la incorporación de la energía eólica, solar y los biocombustibles), apostó por una nueva terminal regasificadora (que terminó fracasando y provocó pérdidas millonarias para el Estado) y concretó una nueva interconexión eléctrica con Brasil. Las empresas públicas aumentaron su inversión, lo que generó un mayor dinamismo de la economía pero también un aumento del déficit –cuestionado por la oposición y dentro del Frente Amplio, pero “necesario” para Mujica.
En su período también se aprobaron leyes sociales. Después de un homicidio que conmocionó a la sociedad, Mujica promovió la legalización de la marihuana. Además, se aprobó la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario.
Mujica, recibió la máxima distinción académica que otorga la Universidad Nacional de La Rioja, el título “Doctor Honoris Causa”. Ese emotivo, simbólico e histórico acto, estuvo presenciado por el rector de la Casa de Altos Estudios, Fabián Calderón, el gobernador de la provincia, Sergio Casas, el intendente de Capital, Alberto Paredes Urquiza, diputados provinciales, autoridades del Colegio Preuniversitario “General San Martín”, del hospital Escuela y de Clínicas “Virgen María de Fátima” y miembros de la Colectividad Uruguaya de La Rioja
“Pepe” Mujica, conocido por su estilo franco y directo, no se guardó nada en una entrevista y lanzó duras críticas a Cristina Kirchner al hablar de la falta de renovación generacional en la política de la región. “Ahí está la vieja Kirchner en la Argentina, al frente del peronismo. En lugar de ponerse de vieja consejera y dejar nuevas generaciones, no, está jodiendo ahí. ¡Cómo les cuesta largar el pastel!”.
En 2013, durante una conferencia, sin darse cuenta de que tenía el micrófono abierto, comentó sobre Cristina: “Esta vieja es peor que el tuerto”, en alusión al expresidente Néstor Kichner. Aunque luego intentó suavizar sus palabras, calificándola como una mujer que “a veces se pasa de rosca, pero a su manera quiere al pueblo argentino”, esta nueva declaración vuelve a abrir una grieta en su relación.










