El Senado de Brasil aprobó una reforma fiscal histórica impulsada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que elimina el impuesto a la renta para los trabajadores de menores ingresos y establece un tributo mínimo para las grandes fortunas.
La medida, celebrada por Lula como “una victoria de la democracia y de la justicia social”, beneficiará a más de 25 millones de brasileños. Aquellos que ganen hasta R$ 5.000 (unos 930 dólares) quedarán exentos de impuestos, mientras que los ingresos entre R$ 5.000 y R$ 7.350 tendrán descuentos progresivos.
Para equilibrar la recaudación, la reforma crea un impuesto del 10% para quienes superen los R$ 1,2 millones anuales, afectando solo al 0,13% de los contribuyentes.
Lula destacó que la iniciativa busca garantizar la “progresividad tributaria”, donde “quien tiene menos paga menos y quien tiene más, paga más”. La medida fue aprobada por unanimidad en ambas cámaras y se espera que entre en vigor el próximo año.









