Un poco antes de lo habitual, comenzaron a detectarse los primeros contagios de dengue de la temporada: cuatro en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y uno en Entre Ríos. Por el momento, fuentes del Ministerio de Salud bonaerense indican que la cifra se encuentra “dentro de los valores esperados”.
Según detalla el Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), estos casos confirmados surgen de un total de 390 sospechosos. La situación continúa catalogada como de “bajo riesgo”, ya que en las últimas 11 semanas no se registraron infecciones autóctonas y la marcada disminución respecto de los dos años anteriores refleja un freno en la transmisión viral local. Aun así, el informe remarca la importancia de sostener las medidas de prevención y reducir la presencia del Aedes aegypti, el mosquito vector de la enfermedad.
Especialistas explican el panorama
“Siempre hay casos importados en alguna provincia”, señala Tomás Orduna, infectólogo tropicalista y exjefe de Medicina del Viajero del Hospital Muñiz. Recuerda que este tipo de contagios ya generaba preocupación desde el regreso del dengue al país, en 1997, por su potencial para desencadenar brotes.
Orduna advierte que, si hay gran cantidad de mosquitos y arriba al país una persona en período de viremia, pueden aparecer casos autóctonos cuando empieza la temporada de mayor actividad del vector. Para el AMBA, este período suele iniciar a fines de noviembre, y la mayor cantidad de contagios se concentra entre las primeras dos semanas de marzo.
La presencia de criaderos —que en 2023 y 2024 estuvieron activos en 19 provincias, incluso en algunas tan australes como Bahía Blanca o en regiones recientemente afectadas como La Pampa y Mendoza— sigue siendo la condición clave para que el virus se expanda.
Por su parte, la viróloga Andrea Gamarnik, referente internacional en la investigación del dengue e integrante del Conicet en la Fundación Instituto Leloir, subraya que “no se puede anticipar qué pasará este verano”, pero insiste en la necesidad de mantenerse atentos.
En la misma línea, Pablo Bonvehí, jefe de infectología del CEMIC, advierte que “aunque es difícil predecir la evolución de este año, preocupa que ya haya casos reportados”.
Más lluvias, más criaderos
Sylvia Fischer, especialista en mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y el Conicet, explica que si bien el riesgo actual es bajo, las lluvias pueden habilitar criaderos que en temporadas secas no aparecen. “En Olivos, por ejemplo, ya detectamos adultos, larvas y pupas”, comenta.
Para que se produzca un brote se necesita la combinación de dos factores: personas infectadas y mosquitos capaces de transmitir el virus. El Aedes aegypti prolifera en los meses cálidos y húmedos —primavera, verano y parte del otoño—, cuando se dan las condiciones ideales para su reproducción.
Desde la reaparición del dengue en 1997, las temporadas 2023 y 2024 fueron las más graves: juntas representan alrededor del 82% de los casos acumulados en la serie histórica.
Situación regional
En lo que va del año, América registró 3.974.271 casos sospechosos (391 cada 100.000 habitantes). Esta cifra implica una caída del 68% respecto del mismo período de 2024 y un 9% menos que el promedio de los últimos cinco años. De ese total, 1.567.052 contagios fueron confirmados por laboratorio y 6.568 catalogados como dengue grave. Además, se reportaron 1.994 fallecimientos.
En varios países —Brasil, Costa Rica, El Salvador, México, Panamá y Puerto Rico— circulan simultáneamente los cuatro serotipos del virus (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4).
¿Qué esperar?
“Es impredecible”, advierte Orduna. “En 2023 tuvimos 150.000 casos y al año siguiente, cuando parecía que iba a ser más leve, se disparó a 600.000”. Por eso los especialistas recomiendan mantener las acciones preventivas: descacharrar, usar repelente, cortar el pasto y sumar la vacunación desde los cuatro años para quienes aún no están inmunizados.
Sobre las políticas públicas necesarias, Orduna insiste: “La eliminación de criaderos debe ser una prioridad. La vacunación también. Aunque entendemos que muchas veces las necesidades básicas dificultan el acceso, invertir en vacunarse es invertir en salud”.
En la Provincia de Buenos Aires, una de las más afectadas en temporadas pasadas, la vacuna se aplica de manera gratuita a personas de 15 a 59 años inscriptas en el programa “Mi Salud Digital Bonaerense”.









