En una declaración poco habitual, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que ha autorizado a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a ejecutar operaciones encubiertas dentro de Venezuela. La noticia, adelantada por The New York Times, marca un nuevo capítulo en la escalada de presión que Washington mantiene sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
Durante una conferencia en la Casa Blanca, Trump explicó que la decisión responde a dos motivos: el supuesto traslado de prisioneros venezolanos a territorio estadounidense y el incremento del tráfico de drogas por vía marítima desde Venezuela. “Muchas de esas drogas llegan por mar… también vamos a detenerlas por tierra”, afirmó el mandatario, quien ya había anticipado que su estrategia contra las narcolanchas se encaminaba hacia una “segunda fase”.
Desde septiembre, Estados Unidos ha intensificado su presencia militar en el Caribe, con al menos cinco ataques a embarcaciones sospechosas que han dejado 27 muertos. Sin embargo, no se han revelado detalles sobre las víctimas ni el tipo de sustancias transportadas.
La autorización presidencial permitiría a la CIA llevar a cabo misiones letales tanto en territorio venezolano como en aguas del Caribe, según fuentes citadas por el Times. Aunque históricamente las operaciones de inteligencia se mantienen bajo estricta confidencialidad, esta admisión pública ha generado reacciones diversas en el ámbito internacional.
Consultado sobre si la CIA tiene permiso para actuar directamente contra el presidente Maduro, Trump evitó responder de forma directa: “No quiero contestar a una pregunta como esa. No es una pregunta ridícula, pero ¿no sería ridículo que yo la contestara?”.
Organizaciones defensoras de derechos humanos han expresado preocupación por la legalidad de estos ataques, señalando que el narcotráfico, si bien representa una amenaza, no justifica acciones letales sin procesos judiciales. Además, expertos advierten que el fentanilo —la droga responsable de la mayoría de muertes por sobredosis en EE.UU.— ingresa principalmente por la frontera terrestre con México, no por vía marítima.
La situación entre ambos países se vuelve cada vez más tensa, mientras se multiplican las denuncias cruzadas y se profundiza la militarización en la región. La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de esta estrategia, que podría tener implicancias geopolíticas de gran alcance.









